sábado, 24 de septiembre de 2011

Día y noche

Por la noche viajo a Venezuela, a California, escucho el viento en la selva brasileña, me cuentan historias porteños y guajiros, miro las olas de las playas de Ipanema, me abrasa el sol colombiano, juego al ajedrez en la tierra del fuego, al dominó con cubanos. Puedo subir los volcanes salvadoreños, navegar rumbo a la isla de Pascua, volar junto a los albatros y los zopilotes en la costa mejicana, reír con las amigas más locas del Canadá o de Jamaica, fumar junto a Bolivianos que regresan del trabajo y me invitan a un trago de pisco, charlar con sabios chilenos de esto y lo otro, alucinar con los delfines de la cuenca del Orinoco. Por es día estoy en casa, solo, perezoso, pero me visitan amigos de mi pueblo y me invitan a un caldero. Un manchego me cuenta sus penas, y yo lo escucho, y yo lo atiendo, asturianos que viven en París como reyes, o en Kazajistán como esclavos, xarnegos con la esperanza del regreso, franceses que me aconsejan algún vino, londinenses que me inundan con vídeos musicales, y un cacereño a quien había olvidado. Aquí hay día y noche, solo falta el sueño.

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